sábado, 29 de enero de 2011

ACOSO Y FALSEDAD

El acoso en el trabajo existe. Lo he visto, he conocido victimas. No tengo duda. Trabajadores a los que se les vacia de contenido su trabajo, a los que se ignora, a los que se les quita teléfono, ordenador y tareas para que se desesperen y se vayan del trabajo sin necesidad de despedirles. A los que se humilla en público, se les insulta, se les agobia. De los que se sacan rumores ofensivos.
Todo esto existe, y muchas veces es difícil de probar, por falta de pruebas o porque los testigos se callan por miedo o complicidad.
Pero por eso mismo, por lo dificil que es demostrar que existe acoso, es difícil demostrar cuando no existe.
A los médicos se nos enseña desde los primeros años de carrera que los sintomas y respuestas que nos dan los pacientes deben plasmarse como lo que son: palabras que se nos dicen. Siempre, SIEMPRE, ponemos en la historia clínica delante de los que nos dice un paciente "refiere".
Siempre no.
Además de las veces en las que nos equivocamos, se nos olvida, en algunos casos de acoso yo he visto en más de una ocasión plasmar por escrito, incluso firmado y sellado, lo dicho por el paciente como real y cierto.
Poner como diagnóstico de una baja "acoso laboral" además de no poner un diagnóstico médico que sería "estres post-traumático", "sindrome adaptativo", etc. certificamos como cierto lo que solamente conocemos por la versión de nuestro paciente.
Cuando un paciente nos cuenta todas esas cosas que se le hacen a un acosado, y le vemos afectado gravemente en su salud, se despierta en nosotros una empatía incluso mayor que en cualquier otra patología. Porque se lo esta haciendo, aparentemente, otra persona. Y porque pensamos que podríamos hacer algo. Pararlo.
Imaginemos que, además, esto le ocurre a un médico. El que viene a nosotros y cuenta que esta siendo acosado es un médico.
Ahora imaginemos que no es verdad. Que las circunstancias del trabajo del paciente, que desconocemos, son otras. Que no se le hace lo que cuenta. Que no es tan buen trabajador como pretende.
Pero nos lo dice. Se lo cuenta a sus amigos, a su familia. escribe cartas a los jefes de sus jefes. Conoce a gente de un partido político y lo cuenta en todos lados.
¿Cómo se demuestra que no es verdad?

domingo, 23 de enero de 2011

Musica y trabajo


Le daba vueltas a la relación entre la música y el trabajo. Soy de los que les gusta trabajar con música de fondo. De los que les gusta ir silbando por los pasillos (sin molestar). De los que les gusta el ambiente de un lugar de trabajo con música suave.
Si, ya sé: los expertos en mercadotecnia lo tienen estudiado para que compremos mas....
Evidentemente, depende de cada uno. Hay personas a las que les ayuda a concentrarse y otras a las que les distrae. "Contra gustos..." (sic).

Quizá el origen de la relación entre la música y el trabajo fueron las canciones de trabajo, música que entonan trabajadores, marineros, esclavos para amenizar su dura vida, para llorar, para quejarse. Recogedores de algodón del sur de los EEUU en época de la esclavitud. Remeros de barcazas.

En España se conocen las "Manchegas", y probablemente decenas de otras músicas. Canciones de labriegos trasladándose hacia o desde los campos de labranza.

Dicen que las gallinas ponen más huevos si se les pone música. ¿Preferirán a Alejandro Sanz o a Mahler?

Dicen que las plantas crecen más si se les habla y se les pone música.

La música amansa las fieras. La música hace que evites distracciones. La música, bien elegida, relaja, o estimula, o centra.



Aunque como casi todo, cada uno sabe, o descubre, si le sirve.

Esta me cuesta más ponerla...